Sus prejus y Juves

ImagenAriel Albornoz

-¿Dónde conociste a Jorge?

Recuerdo... que yo no era un chico de iglesia... vivía jugando a la pelota en la calle con mis amigos de la cuadra... y... entre esos amigos estaba Leonardo Rovera... que era uno de mis mejores amigos. Él sí iba a la iglesia... a Santa Catalina. Él empezó a comentarme que iba a la iglesia... y comenzó a preguntarme si algún día me interesaría ir con él a jugar a la pelota con otros chicos y hacer otras actividades. Por varios sábados insistió yendo a buscarme a casa y yo me escondía, le decía a mi vieja que le diga que no estaba. Hasta que de tanto insistir me convenció, y yo fui más que nada para que me dejara tranquilo jajaja. No recuerdo bien el trayecto de casa a la parroquia. Pero... sí recuerdo que cuando llegué había otros chicos y chicas... me sentía un poco raro... allí... pero a la vez... sentía una paz impresionante la verdad. Estuvimos allí... y recuerdo que yo repetía lo que decían los demás porque no sabía rezar ni nada de eso. Creo que después fuimos a la plaza que está cercana a la parroquia a jugar al fútbol, allí estaba Jorge. Era innegable su liderazgo, no pasaba desapercibido. Allí conocí a Jorge, si mal no recuerdo.

-¿Cómo fue tu relación con él?

Mi relación con él fue creciendo desde el momento en que nos conocimos. Fue muy amistosa. Jorge era sin lugar a dudas un guía, algo más que un delegado, algo más que un hermano mayor.

Siempre me preguntaba cómo estaba, siempre me animaba a más.

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?

En cuanto a su personalidad, él era una persona que transmitía paz, tranquilidad y confianza. No nos dejaba caernos. Recuerdo también que era muy calentón cuando jugábamos al fútbol jajaj. Predicaba con el ejemplo. Siempre.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?

Lo que me llamaba la atención era su confianza en Dios, y eso lo transmitía en cada cosa que hacía. Para mí su palabra era santa.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?

Yo pensaba que él era una de las personas más buenas que había, una persona dispuesta para enseñarte, para darte un consejo, para guiarte, para ayudarte. Para mí era como un ídolo. Jorge era un capo.

-¿Cambió ese pensamiento cuando falleció?

No, no solo que no cambió, sino que se hizo más grandioso. Escuchando el testimonio de otras personas, ese pensamiento de que Jorge era un capo, se acrecentó.

-¿Cómo te enteraste de su fallecimiento?

Los chicos del grupo de acción católica y que también son mis amigos fueron a mi casa por la mañana a avisarme. Fue muy triste.

-¿Dejó alguna huella en vos? ¿Cuál?

Sí, creo que varias diría, el servicio a los hermanos es uno de ellos. Una anécdota, una vez íbamos el grupo con Jorge y yo por la calle. A mí se me ocurrió tirar un papel al piso... y Jorge me vio... y me dijo: "se te cayó algo"... y yo no entendía qué me estaba diciendo. Y había dado por haber tirado el papel al piso, entonces lo levanté y lo tiré en el cesto de basura... desde ese entonces trato de transmitirle esas pequeñas grandes cosas a mi hija y lo practico en la vida.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?

Sí, verdaderamente lo creo.

-¿Qué piensas de este proceso que estamos iniciando?

¿Qué pienso? Sinceramente es algo que me llena el alma. Es una muestra más del amor con el que Jorge vivió su Fe entre nosotros.

-En pocas palabras, ¿qué representó o sigue representando Jorge en tu vida?

Jorge es la luz que me mostró el camino en la vida, él lo iluminó.

ImagenLeonardo Rovera

Conocí a Jorge Pérez en el año 1995, 1996. Comencé a asistir a la parroquia en aquellos años, primero para tomar la comunión, y luego confirmarme. Para esos momentos tenía una amistad con David, y luego fui conociendo a diferentes amigos con los que comenzamos a compartir muchos sábados. Con la excusa de juntarnos a jugar al fútbol, el padre Raúl fue uno de los que reunió varios chicos, donde tuve la bendición de conocer posteriormente a Jorge.

Qué decir de una persona tan iluminada como Jorge. Nuestra relación fue como ver a un hermano mayor, primero fue admirarlo como jugador de fútbol, pero luego de conocerlo pasó a ser mucho más que eso. Constantemente al servicio de todos, siempre regalando sonrisas, simpatía y calidez. Nuestro grupo de amigos era travieso, siempre haciendo chistes, y la paciencia de Jorge parecía interminable. Nos acompañaba a todos a nuestras casas antes de pedalear varios kilómetros para volver a su casa.

Mi infancia y adolescencia en lo personal fue difícil, en mi hogar teníamos varios problemas, económicos, de salud, una realidad complicada, y Jorge con su paz transmitía esperanza. Con su simple compañía me sentía seguro. Recuerdo un cumpleaños mío, en casa estaba pasando un momento difícil, y llegó él, con varios de mis amigos, con una pelota de plástico de regalo. Fue de los momentos más lindos que me tocó vivir, y lo recuerdo con felicidad.

A medida que fui creciendo, dejamos de ser esos chicos que solamente querían jugar al fútbol, ya estábamos pendientes de otras cosas, normales para la edad, y a mí me llamaba siempre la atención la humildad, el poder que tenía Jorge para ponerse la ropa más simple, vieja, o andar en la bicicleta más fea del planeta y usarla con orgullo. Cuando yo comenzaba a preocuparme por mi vestimenta, por la dificultad de no poder estar vestido como quisiera, él me bajaba a la tierra y podía darme cuenta de que no era algo importante lo superficial.

Muchas situaciones simples, las cuales él tomaba con sencillez, como cuidar ciertos hábitos. Recuerdo que íbamos caminando y tirábamos un papelito al piso, y se escuchaba el: "Se cayó un papelito, ey ey". Y eso me quedó grabado para siempre.

Siendo más grande, con problemas en el colegio, sentí su compañía ayudándome con materias que me costaban. Justo antes de fallecer, me preparaba para rendir historia. Yo lo veía trabajar, estudiar, rezar, tomarse un tiempito para explicarme cosas, para juntarnos y primero dedicarle unos minutos a la oración. Era como estar en un lugar a salvo de todo lo malo que me rodeaba. Sentía que Jorge era un lugar seguro para descansar y tomar fuerzas. Hasta que un mediodía me vienen a buscar mis amigos a casa con la noticia de que Jorge había fallecido. Sentí que no podía ser posible, pasé muchos años sin creer que fuera real lo que le había pasado, sin entender el porqué.

Luego de un tiempo me han pasado muchas cosas. Una que recuerdo fue un Día del Niño, habíamos organizado un festejo en un terreno cerca de la parroquia Santa Catalina. Estuvimos haciendo de todo para que saliera todo a la perfección. Cuando ya estábamos terminando la jornada, miro para el portón de entrada y veo a un muchacho en una bicicleta, idéntico a Jorge, mirándonos y sonriendo. Fue la sensación de paz más fuerte que sentí en todos esos años luego de su partida. Hoy entiendo que Jorge era demasiado bueno para este mundo.

Llevo en mi corazón muchísimos momentos vividos con él. A veces cuesta recordar sin sentir esa tristeza de no tenerlo para darle un abrazo. Estoy convencido de que Jorge vivió una vida de santidad, fue una persona especial en mi vida y en la de muchísimas personas que lo rodearon. Por eso, la iniciativa de santificarlo es para mí el mejor reconocimiento para alguien con su espíritu y su fe.

Jorge Cristian Pérez representó y sigue representando el amor de Cristo hecho persona. Soy un bendecido de haberlo conocido y haber compartido tantos momentos hermosos, y uno solo triste, el día de su partida.

Alabado sea Jesucristo.

ImagenMatias Bordona

Lo conocí a Jorge en la parroquia Santa Catalina de Siena, en el grupo de Acción Católica. Al principio era solo un delegado, tenía cuatro años más que nosotros, pero por su forma de ser parecía más grande. Después, con la convivencia diaria, Jorge pasó a ser un amigo y luego terminó siendo un hermano.

Hay algo que recuerdo particularmente de su personalidad, y es que era una persona muy alegre. Nunca estaba triste, siempre muy positivo, como cuando se nota que alguien vive y descansa en Dios.

Me llamaba mucho la atención que siempre lograba sacar lo mejor de cada uno, su luz la usaba para que otros brillen. Y lo más loco era que su día tenía más horas que para los demás, porque siempre tenía tiempo para todos.

Jorge era mi hermano, y uno cree que su hermano es lo más grande. Yo lo admiraba, y voy a hablar en presente porque siempre sentí su presencia, así que lo admiro. Él es alguien especial, un fuera de serie que siempre ponía las necesidades de los demás delante de las propias.

Cuando falleció, todo eso que pensaba de él se incrementó aún más. Es difícil de explicar, pero él seguía con nosotros a pesar de no estar físicamente.

La tarde del domingo, luego de haber pasado juntos todo el día en un campo de recreo, volvimos en tren cerca de las 19 hs. Bajamos en la estación de Sarandí y él nos esperó a que subiéramos al colectivo, porque, como siempre, estaba cuidándonos. Yo fui el último en subir y lo saludé desde arriba, sin saber que sería la última vez que lo vería.

El lunes muy temprano sonó el timbre de casa, y era Ana, la mamá de David, quien nos dio la noticia, que aún sigo sin poder creer.

Dejó dos huellas en mí: amar a Dios por sobre todas las cosas y que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos.

Sin dudas, creo que tuvo una vida de santidad y que debimos haber iniciado antes este proceso, pero los tiempos de Dios no son los nuestros y las cosas pasan cuando tienen que pasar.

Jorge para mí es y será un ejemplo de fe, perseverancia, amistad, amor, contagio y santidad.

ImagenLucas Bordona

Tenía 12 años al momento de la muerte de Jorge. Recuerdo los últimos dos días como si fueran hoy.

El sábado, salimos de la Parro y Jorge estaba parado sobre la vereda. Me acerqué a saludarlo con un abrazo, apoyé mi cabeza en su pecho, donde me daba la altura. Él tenía puesta la campera bordo de Avellaneda, el distintivo de nuestra diócesis que usamos para ir a la Asamblea en San Juan. Si bien la campera estaba fría, no pude sentir más que paz, que era algo que Jorgito transmitía con mucha facilidad.

Al otro día, Jorge y el grupo de jóvenes fueron a pasar el día a Villa Elisa. Hay un campo de recreo con pileta y canchas muy lindo, y solíamos ir en verano y, hasta alguna vez, de campamento. Ese, para mí, fue un día más, porque no iba con ellos cuando hacían actividades extra parroquiales. En ese momento me enojaba no ir, pero hoy entiendo que no teníamos la misma edad y los mismos intereses.

El lunes siguiente arrancaban las clases. Nos estábamos preparando. De repente, suena el timbre de casa y entra Ana, la mamá de David, llorando a los gritos diciendo: “¡Se murió Jorge, se murió Jorge!”. En el barrio había varios Jorge, pero nunca imaginamos que hablaba de él. Y en el momento que supimos de quién hablaba, el mundo se nos vino encima. Jamás había sentido tanto vacío. ¿Cómo podía ser? Si el sábado estuvimos en la Parro y lo abracé.

Jorge no era alguien normal para una persona de su edad. Era especial. Si bien hacía cosas de persona normal (deporte, música, etc.), era especial porque lo mirabas y era paz, te hablaba y era paz, tenía las palabras justas, no confrontaba y ponía siempre en práctica la corrección fraterna. Era justo.

Todo eso nos enseñaba, no con la palabra sino con el ejemplo. Era líder. Todo lo que hoy soy, lo aprendí de él. Su insistencia con la perseverancia me quedó marcada a fuego. No podría haber sido de otra manera.

Estar hoy sirviendo en la parroquia y no parar es porque Jorge me enseñó a perseverar. De Jorge aprendí a no bajar los brazos, a nunca dejar de luchar, porque los tiempos de Dios no son los nuestros. Aprendí a rezar, a hablar con Dios con plena confianza porque Él es Padre y es Amigo. Aprendí a perdonar, porque Dios perdona y no mira el pecado.

En cierto modo, a pesar de no haber sido del grupo de jóvenes, siento que él me eligió para seguir con su tarea. Esa que dejó sin terminar en la tierra para tomar una de mayor responsabilidad en el cielo. Acá seguiré llevando adelante lo que Jorge empezó, y le pido a él que interceda ante Dios para poder cumplir lo que un día le dije que iba a hacer.

Gracias a Dios por haberme hecho coincidir con Jorge en la tierra.

Alabado sea Jesucristo.

Anécdotas:

Cada vez que Jorge tenía que resolver algo o pensaba en cosas que lo preocupaban, se ponía a barrer. Él decía que eso lo distraía y ponía su mente en blanco para poder pensar con claridad. Me lo contó una tarde en Santa Cata, mientras barría el pasillo de la parroquia, después de que mi curiosidad lo atosigue.

Una tarde en mi casa, vino a vernos y se quedó hablando con Mati, mi hermano, en la pieza. Se trataban como hermanos, y a pesar de mi corta edad, yo podía notarlo y sentirlo. Me gustaba. Luego de finalizar la charla, salió de nuestra habitación y, cuando pasó por la cocina, empezó a gritar y a saltar al grito de: “Graciela, se quema, se quema”. Mi mamá, Graciela, le dijo: “Tranquilo Jorge, estoy quemando cáscara de naranja para perfumar la casa”. A lo que él respondió: “No se quema, no se quema”.

Hacía mucho tiempo que yo tenía interés por la música. Una tarde, Jorge nos dice que iba a dar clases de música en la Parro y que iban a ser gratuitas. Me decidí y empecé. Me enseñó muchas cosas, lo que el tiempo le dio, porque fue un poco antes de que partiera a la Casa del Padre. Pero lo que más tengo claro es que mi pasión por la música viene de él.

Jorge siempre decía que había que ser perseverante. Siempre, haga lo que haga. Eso también me lo supo enseñar. Si persevero en algo es porque él me dejó eso. También supo transmitir su pasión por la Acción Católica. Algo que se me marcó a fuego en el corazón y que jamás se va a apagar.

Un momento muy lindo fue cuando ganamos las olimpiadas diocesanas de Acción Católica. Éramos re poquitos, pero teníamos ganas de ganar.

Cuando terminamos de hacer el último juego, nos sentamos por parroquia y en la premiación, iban del 7mo al 1ero. Cuando llegan al 3er puesto, todavía no habían nombrado a Santa Cata. Estábamos contentos porque íbamos a estar en el podio. El 3er lugar no era para nosotros. La ilusión crecía porque podíamos ser campeones. Quedamos para el final, San José de Dominico y Santa Catalina. Iban a nombrar al campeón y la ilusión crecía cada vez más. Fue en ese momento cuando dicen: “El campeón de este año es... Santa Cata”.

Es imposible no recordar los saltos, abrazos y gritos que pegamos. No lo podíamos creer. Le habíamos ganado a San José, que desbordaba de gente.

Pero lo que más recuerdo de ese día es la mirada de Jorge, sentado, sin festejar, disfrutando de nuestra alegría. Vernos felices a nosotros lo hacía feliz.

El sábado anterior a su partida, cuando terminamos la reunión, se despidió de nosotros uno por uno. Jamás lo había abrazado, pero ese día sentí la necesidad de hacerlo. No sabía que nos iba a dejar, pero ese abrazo se quedó conmigo para siempre. Le pido a Dios que él también lo haya guardado en su corazón.

ImagenNicolas Bordona

ImagenJoel Aquino

1- ¿Dónde conociste a Jorge?

Conocí a Jorge en la parroquia Santa Catalina de Siena de Dock Sud, a mediados de los años 90. Yo tendría alrededor de 13/14 años y participaba del grupo de Acción Católica. Recuerdo que venía a integrarse a algún grupo de jóvenes.

2- ¿Cómo fue tu relación con él?

Desde el primer momento sentí que había afinidad. Una relación muy estrecha y personal. Muy de amigos. Tuve la sensación desde siempre que era una persona en la cual podía confiar. Hablábamos mucho de música y de fútbol. Pero también de otros temas. Compartimos salidas, encuentros parroquiales, bicicleteadas, partidos de fútbol. Lograba que me comprometa para los trabajos parroquiales y me enseñó a rezar de una manera particular, a lograr una oración más profunda. Recuerdo aprender con él sobre la obtención de la indulgencia plenaria. También me acuerdo que, después de la misa nos juntábamos en casa de alguno de los chicos para cenar y compartir un rato, y en ocasiones cuando se hacía tarde se ha quedado a dormir en mi casa.

3- ¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?

La alegría, sin dudas. Y la capacidad de ubicación en todo ámbito. Centrado, recto en sus decisiones y acciones. Y que siempre meditaba las cosas.

4- ¿Había algo que te llamaba la atención en él?

Su convencimiento de la fe y sobre todo la manera en que lo demostraba. Como, por ejemplo, recuerdo que un día nos dijo: “Vamos a ir a misionar por todo el barrio”. Admito que me daba algo de vergüenza. ¡Pero más vergüenza me dio cuando trajo para eso una cruz de dos metros!! Y paseamos por todos lados arrastrándose y rezando el rosario. No puedo olvidar que me decía: “Reza fuerte” cuando pasaba delante de mis amigos que eran mis vecinos y nada tenían que ver con la parroquia.

5- ¿Qué pensabas de él antes de su muerte?

Que era una persona común y corriente al ojo de los demás, pero salía de lo normal en cuanto a las actitudes que tenía. Había algo en él que lo hacía distinguirse sobre el resto. Y para mí eso era su demostración de fe y santidad en cada acto.

6- ¿Cambió ese pensamiento cuando falleció?

No, para nada. Confirmé así que estaba de paso por acá. Que había sido enviado para mostrarme cuál era el camino que debía seguir. Al pasar el tiempo entendí y confirmé con eso, que fue un ejemplo de santidad acá en la tierra. Y que lo tenía muy cerca.

7- ¿Cómo te enteraste de su fallecimiento?

Era lunes por la mañana. Todavía no sé por qué, pero ese día estaba toda mi familia en casa. Yo recién me levantaba, y mis papás ya estaban despiertos. Recuerdo salir del baño y escuchar sonar el teléfono. Mi papá atiende y dice: “No, no puede ser” dos veces. Corta y se pone a llorar. Yo no entendía nada. Y fue en ese momento que me dijo de su fallecimiento. Pero recién pude creerlo cuando vi su cuerpo. Se había ido mi mejor amigo…

8- ¿Dejó alguna huella en vos? ¿Cuál?

Si. Sin dudas. Me enseñó cuál era el camino correcto. No sé aún, si lo estoy haciendo bien o no. Pero él me enseñó cuál es el camino. Pese a su corta edad tenía mucha adultez.

9- ¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?

Si, sin dudas. Fue un ejemplo, porque lo demostraba en actos. Siempre fue así.

10- ¿Qué piensas de este proceso que estamos iniciando?

Lo pienso como algo correcto. Que está bien. Creo que hay testimonios y personas que lo conocieron que pueden avalar la clase de ser humano que fue. Que pueda así trascender su historia, su ejemplo; y su huella quede marcada para siempre. Que esa santidad que demostró pueda conocer el mundo. Y sentirme orgulloso de que fue y es mi amigo.

11- En pocas palabras, ¿qué representó o sigue representando Jorge en tu vida?

Representa para mí un ejemplo de vida y de amistad.

Anécdota:

Les cuento una situación que me pasó. Tal vez algunos ya lo saben. Jorge por ese entonces pintaba la parroquia de Luján de Sarandí. Y a veces íbamos a desayunar y pasar tiempo con él. Íbamos en bicicleta a todos lados. En ocasiones llevamos facturas para desayunar con él. Tomábamos mate y pasamos la mañana. Era época de vacaciones. A las doce él nos decía para ir a rezar el Ángelus. Los días pasaban, era fin del verano y yo en el colegio me había llevado hasta el recreo. Precisaba casi un milagro para pasar de año. Tenía que rendir contabilidad.

Andaba preocupado, y un día le digo:

- “Che, Jorge, me parece que repito de año”.

- Y me responde: “¿Por qué?”

- “Me llevé casi todo y me queda una sola oportunidad para pasar y no sé casi nada”.

Primero, obviamente me retó por no estudiar. Y después me dice:

- “¿Esa sola tenés que dar?”

- “Si doy contabilidad paso”.

Me preguntó qué tenía que rendir. Y le comenté que eran asientos.

Enseguida me dijo:

- “Yo te enseño!!!!”

Me sorprendí y le pregunté si sabía de contabilidad. Su respuesta fue:

- “Es una papa!!”

- “Bueno dale. ¿Cuándo me enseñás?”.

Yo ya estaba apretado de tiempo. Tenía que rendir en cuatro días.

- “Vení mañana”.

Al día siguiente, fui para estudiar. Tomamos mate como siempre y me lleva frente al sagrario con los útiles. Mi reacción fue decirle: “¿Acá vamos a estudiar? Vamos al salón”.

Nos quedamos todo el tiempo ahí, delante del sagrario. Primero rezamos y luego comenzamos a estudiar en voz baja, respetando a la gente que venía de a ratos a la iglesia. Y finalizábamos siempre con una oración. Dos o tres días hicimos la misma rutina. Al terminar el último encuentro me dijo:

- “Ahora andá y rendí”.

La cuestión fue que fui a rendir. Rendí bien, pasé de año. Y lo que menos podía creer es dónde había estudiado, de qué manera y con quién lo había hecho. Para mí Jorge no sabía de contabilidad. Pero sí sabía.

Y después de pasar de año, fui y le agradecí. Él me dijo:

- “A mí no. A ÉL (señalando el Sagrario) y a vos que aprendiste”.

Ese era Jorge. Frente a cada situación manifestando su FE.

ImagenDavid Rodriguez

Hace un tiempo vengo pensando como expresar lo que significó para mi vida Jorge, y la verdad que hay tanto para expresar que es difícil saber por dónde empezar y que palabras utilizar, ya que si bien es un testimonio podemos decir que Jorge vivió dando testimonio de la Fe hacia Dios, de vivir en Gracia, era tal su felicidad que contagiaba y convencía a todo el que se le acercaba.

Hoy después de tanto tiempo puedo decir orgulloso y con seguridad que conocí a la persona que me hizo vivir parte de mi niñez y adolescencia, momentos eternos de felicidad compartiendo con Dios, en Gracia y con un grupo maravilloso de amigos que nuestra cabeza, nuestra guía era Jorge. Para mí fue un hermano mayor, ya que no tengo hermanos, que estaba en el momento indicado con la palabra justa para ayudarme en lo que necesitara. Muchas veces era solo ver su vida y como actuaba para encontrar las respuestas que uno requería, sobre todo en los detalles estaba Jorge, al día de hoy tengo su foto en mi mesita de luz al lado de mi cama, para recordarlo siempre.

Hasta el día que nos dejó en la tierra, a pesar de la profunda tristeza y la enorme pena de pensar que no lo iba a tener más al lado mío como persona, sentía PAZ, de saber que estaba al lado de Dios y de la Virgen, de saber que iba a seguir iluminando a todos los que lo habíamos conocido y compartido una parte de su vida, de saber que iba a seguir guiándome desde el cielo. Cuando vi la toda la gente que vino a su despedida, y lo compungida que estaban, tomé magnitud de lo que significaba Jorge en la vida de muchos, y lo bendecidos que fuimos de compartir tantas cosas a su lado.

Lo conocí en la Acción Católica en la Iglesia Santa Catalina de Siena, en el año 94 o 95. Con la excusa de jugar a la pelota, varios chicos de catequesis nos unimos a la institución, y luego fuimos llevando más amigos del barrio. Éramos un grupo de varios chicos cuando Jorge se unió y empezó a tener más relación con nosotros. Todo arrancaba por la pelota, y Jorge jugaba muy bien, siempre nos acompañaba en los partidos que hacíamos al costado de la Parroquia o en la plaza que estaba a unas cuadras. Y luego teníamos reunión en las aulas de la Iglesia. Estaba siempre al tanto de como estábamos, si alguno tenía un problema familiar, escolar, personal o de cualquier índole que nos afectara se daba cuenta, y pasaba un buen rato hablando con nosotros para encontrar una solución a través de Dios, rezando y nos incitaba mucho a confesarnos.

Era muy humilde, siempre sencillo, nos hacía ver que con lo que teníamos y amando a Dios era suficiente. Quería y nos alentaba a tomar siempre la eucaristía, inclusive cuando estábamos en vacaciones, como no íbamos al colegio nos hacía participar de la misa entre semana. Y siempre colaborar en lo que hiciera falta en el Iglesia. Inclusive lo ayudamos a pintar la Iglesia Lujan de Sarandí, aunque con la compañía de él no fue un trabajo sino nos divertimos colaborando.

Una de las cosas que me quedó grabado de por vida fue cuando fui por primera vez caminando a Lujan a los 13 o 14 años, nunca había ido, Jorge nos animó a todos a ir y vivir la experiencia de la caminata. Ya en el último tramo, cuando faltaban pocos kilómetros para llegar, estaba muy cansado y dolorido, estaba caminando con un bastón, y Jorge me acompañaba. Tenía ganas de dejar de caminar, todo el tiempo me acompaño y me alentaba para que continuara, preguntaba cuanto faltaba y me decía “Ya llegamos, no aflojes, dale que falta poco”. En un momento con el deseo de llegar me adelante un poco y cuando se me acerco me dijo “Vez, vas más rápido que yo”. Ya casi por llegar en el último tramo, me sentaba por las casas cercanas a la Basílica o en el cordón de la vereda, me esperaba y alentaba para continuar, nunca me dejo solo. Las ultimas cuadras fuimos rezando el rosario, llegamos juntos, Jorge me demostró que con Fe y ganas se podía lograr lo que quisieras.

Nuestra pasión era el futbol, siempre que nos juntábamos una pelota tenía que haber, sino inventábamos un balón con lo que tuviéramos a mano. A pesar de tener carácter Jorge siempre tenía mucha paciencia para todo, si se enojaba era porque nos habíamos mandado una macana grande, siempre logro que no peleáramos y fuéramos amigos apoyándonos unos a otros. Una cosa particular que me paso el año pasado, en el 2022, año del mundial. Mi madre encontró un álbum viejo de figuritas del mundial 90, que tenía a medio completar, no estaba en buen estado, pero estaba casi completo. Lo guardaba en mi mesita de luz, en el cajón debajo de la foto de él, y lo sacaba para mostrarle algún amigo que venía de visita a mi casa. Luego del primer partido, en el cual la selección perdió 2 a 1, encuentro que la figurita de la copa del mundo se había desprendido del álbum y estaba en el piso, por lo cual la coloqué en el marco de la foto de Jorge, y le pedí que por favor que intercediera para que pudiéramos ganar la copa, para hacer feliz a todo el pueblo Argentino que estaba viviendo realidad difícil, y en particular a nosotros que siempre tuvimos la pasión por el fútbol. Partido a partido le pedía que ganáramos, y cuando salimos campeones primero que todo le agradecí a él.

Otra gran pasión nuestra era la música, Jorge tocaba la guitarra, y muchas veces cantábamos con él en las reuniones. Nos acercó y animo a muchos de nosotros a escuchar música cristiana y tocar la guitarra. El estilo que le gustaba era rock de los 60 y 70. Recuerdo cuando fuimos a la casa, tenía varios cassette de los Beatles, cada tanto tocaba y nos cantaba un poco ya que éramos bastantes insistentes y nos gustaba escucharlo, era un excelente músico.

Cada reunión siempre había un tiempo para rezar, estuviéramos donde estuviéramos. Ya sea antes de alguna actividad o luego. En una oportunidad, cerca de Pascua, nos juntamos en la Iglesia y nos hizo llevar una cruz de 2 metros por el barrio e íbamos rezando. Nos daba vergüenza sinceramente, porque muchos de los chicos que nos conocían nos veían y se reían, pero Jorge tenía mucha convicción y nosotros lo seguíamos siempre, era nuestro guía en todo momento.

Cuando nació mi primer hijo, estuvo internado su primera semana, y le pedí a Jorge para que lo proteja y se recupere así estaba con nosotros. Luego de unos días lo tuvimos que internar nuevamente y de vuelta le pedí a Jorge para que este bien. Gracias a Dios mi hijo se sobrepuso y hoy goza de buena salud. No me cabe duda que Jorge intercedió para que se recupere.

Cada tanto veo su imagen y hablo con él para que nos proteja, que interceda por nuestros amigos o conocidos que tengan problemas de salud. Hace poco un compañerito de jardín de mi hijo tuvo un accidente muy grave y tanto mi esposa como yo le pedimos a Jorge para que interceda y este chico adolescente se pueda recuperar. Es un chico que va al colegio French de Avellaneda, se hizo muy conocido el caso. Le habían dado muerte cerebral, y milagrosamente se pudo recuperar, aunque mucha gente pidió por este joven, sé que Jorge aporto su parte para que ocurra este milagro.

Fue una persona muy carismática, humilde, detallista, iluminada, inteligente, convencido de sus ideales y su amor al Espíritu Santo. De grande entendí lo magnifico que fue Jorge, como mencioné antes, no solo con la cantidad de gente que fue a su despedida, sino como prevaleció su historia a través de tiempo, inclusive al día de hoy. Estoy convencido de que vivió una vida de santidad, que dejó una huella enorme en este mundo, en un montón de personas que lo conocieron en diversas circunstancias y pudieron compartir un rato con él.

Representó en mi vida un hermano mayor al cual podía observar y aprender de su sabiduría, de su carisma y sobre todo de su temple. Era muy piadoso con todos, inclusive cuando nos portábamos mal. Todo el tiempo demostraba su amor a Dios y la Virgen, su corazón era transparente y solidario. Al día de hoy siguen apareciendo anécdotas de su vida que nos sorprende lo inmenso que era Jorge, que con el tiempo paso a ser Jorgito, como le decimos actualmente.

Su fallecimiento me lo comunico mi madre, sonó el teléfono muy temprano un domingo en casa, el día anterior habíamos compartido toda la tarde con él. En el momento no tome magnitud de lo que había pasado, por ahí al no verlo hacia que lleve la noticia más ligeramente, pero a medida que nos fuimos juntando con mis amigos, y fuimos avisando lo que pasó, empecé a tener una profunda tristeza. Cuando llegamos al velatorio y vi el cajón sentí literalmente como se cayó mi mundo, sin duda fue uno de los días más duro y doloroso de mi vida. Luego de llorar tanto y abrazar un sinfín de personas apenadas por su partida sentí la paz que mencioné antes. Esa misma paz sentía luego cada vez que iba a visitar su tumba, le decía que lo extrañaba pero que también seguro estaba en un lugar importante haciendo bien al mundo, ayudando a muchas personas que lo necesitaban más que yo. Ir a visitarlo en el cementerio era un lugar donde sentía una calma inmensa y podía hablar con él, posiblemente muchas cosas que no pude hablarlo cuando lo tenía al lado, pero tenía la fe que no me dejaba solo, que seguía teniendo su compañía inquebrantable.

Por ultimo agradezco a Dios que fui parte de su vida, por todas las enseñanzas que me dejó y sigue dejando, por dejarme marcado mi corazón con su amor, por seguir estando, y más vigente que nunca, después de tanto tiempo. Lo sigo extrañando un montón, pero sé que Jorgito sigue estando al lado mío.

ALABADO SEA JESUCRISTO!!!

Viva la JAC!!