Amigos A.C.A. Sta. Catalina

ImagenAlejandra Galesi

soy Maria Alejandra Galessi, conocí a Jorge en la parroquia Santa Catalina de Siena de Dock sud y desde el primer momento que lo vi me llamó la atención su alegría y su entrega hacia Dios y hacia al prójimo, y eso era contagioso.

Jorge estaba dando los primeros pasos en la Acción Católica de la parroquia y comenzó con los juveniles a jugar a la pelota y después los llevaba a las reuniones. Tuve la alegría de delegar con él ese grupo y de ahí nació una bella amistad y me ayudó a crecer en la Fe hacia Cristo.

Anécdotas, cientos, rezar a las 12 hs el ángelus donde sea que estuviéramos, acompañar a cada uno de los chicos a la casa para después terminar en la puerta de mi casa rezando por el dia terminado.

El nunca se fue, siempre esta y estoy segura que le esta hablando al “Barba” como el lo llamaba a Dios de las cosas que puede hacer para darle una mano.

Besos al cielo Jorge, y por aca hiciste y haces siempre cosas para el reino.

Alabado sea Jesucristo!

ImagenSabrina Paradisi (novia)

“LA JUVENTUD NO FUE HECHA PARA EL PLACER SINO PARA EL HEROÍSMO” (Solía decir Jorge y escribir por todos lados…)

-¿Dónde conociste a Jorge?

A Jorge lo conocí en la Parroquia Santa Catalina de Siena de Dock Sud, en la Acción Católica. Me parece verlo llegar con su bicicleta desde Wilde hasta Dock Sud.

-¿Cómo fue tu relación con él?

Compartimos las reuniones de Mayores y participábamos juntos en las actividades parroquiales en principio. Él era el presidente del Centro de Acción Católica de la Parroquia. Pasaba casi todo el fin de semana en Santa Cata. Luego, a mediados de 1999 nos volvimos más cercanos y para fines de 1999 éramos “noviecitos” y pasábamos mucho tiempo juntos.

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?

Guardo muchísimos recuerdos bellos de él en mi corazón, por supuesto. Y específicamente de su personalidad, siempre me llamó mucho la atención su lucha ascética y su esfuerzo por formarse y por buscar y encontrar a Jesús y mostrarlo a los demás. Su vos calma y clara y su forma de relacionarse con la gente: “Permiso, por favor, gracias, perdón, Buenos Días”, con una sonrisa liviana y un brillo de paz en su mirada eran el comienzo de cualquier conversación con quien fuera. Amaba a Jesús en la Eucaristía y se esmeraba por recibir a Jesús Eucaristía diariamente. Su esmero por ayudar al que lo necesitara económica o espiritualmente. Rezaba incansablemente por sus hermanos, Rocío y Roberto (para que se convierta) y por “el Gordo” y moría de amor por su sobrino, el hijo de “el Gordo”.

Los “Chicos” (prejuveniles y juveniles de ACA) eran su preocupación. Verlos que empezaban a crecer en un mundo que hace 20 años ya daba miedo por las “amenazas” que se avizoraban. Sabía que iban a crecer y él quería ser una guía cercana para ellos. Le preocupaba que se pudieran alejarse o simplemente “crecer”.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?

Todo me llamaba la atención de él, pero específicamente su necesidad de aprender y formarse y estudiar y de esa forma acercarse más a Jesús. Consideraba que todo se lograba con esfuerzo y oración. Su profundo amor por Jesús. Valoraba mucho la amistad y se ocupaba mucho de cuidar a sus amigos y a sus afectos.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?

Antes de su muerte pensaba que era un ser excepcional. Generoso y gentil, inteligente y con mucha Fé.

-¿Cambió ese pensamiento cuando falleció?

No cambió ese pensamiento cuando falleció. Me dio la certeza que sería recibido en el Cielo prontamente en los brazos del Padre Dios.

-¿Cómo te enteraste de su fallecimiento?

Me enteré que falleció estando de vacaciones en Mendoza con mi familia. Nos habíamos visto el día anterior.

-¿Dejó alguna huella en vos? ¿Cuál?

Huellas en mi dejó miles: Su ejemplo de seguimiento de Jesús, el amor por la Eucaristía, el amor por el prójimo, la alegría en el dar y en servir a los demás, la importancia de lo sencillo, la importancia de formarse y estudiar, lo milagroso de la Oración.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?

Pienso que tuvo una vida de Santidad. Que hizo su corto camino en la Tierra con la mirada puesta en el Cielo y se esforzaba cada día por ser mejor.

-¿Qué piensas de este proceso que estamos iniciando?

Pienso que el proceso que se está iniciando permitirá que otras personas conozcan a Jorge y descubran que se puede perseguir la santidad con sencillez y humildad, pero con insistencia y sobre todo con AMOR.

-En pocas palabras, ¿que representó o sigue representando Jorge en tu vida?

Jorge representa un ejemplo de oración, de servicio, de gentileza, de dedicación al otro, de dar sin esperar a cambio, de poner la otra mejilla, de seguir a Jesús.

Jn 15, 12-17: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando”.

Para terminar, incluyo esta cita del Evangelio porque cada vez que la escucho o la leo recuerdo a Jorge.

ImagenMariela Paradisi

-¿Dónde conociste a Jorge?

Mi nombre es Mariela Paradisi y lo conocí a Jorge en la Parroquia San Catalina de Siena de Dock Sud en la acción católica. En ese momento, estaba dando catequesis y él nos invitó a formar parte de prejuveniles, nos invitó a mí y mi hermana.

-¿Cómo fue tu relación con él?

La primera impresión fue muy buena, me invito y me explico cómo ser parte de un grupo de iglesia.

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?

Siempre atento a las necesidades del otro y fomentando que formemos el grupo de aspirantes. Ayudando con la palabra y con su música, a que todo es posible de la mano de Dios. Un chico de una fe hermosa que irradiaba amor.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?

Me llamo la atención su empuje y fuerza para seguir. Su buena onda para hacernos sentir parte de todo, de un cambio dentro de la parro.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?

Antes de su muerte, pensaba que podía llegar a ser cura o un hombre de mucha fe que podía formar cualquier grupo de parro. y lograr que se pueda cambiar una realidad, más en la zona geográfica donde está ubicada Sta. Catalina.

-¿Cambió ese pensamiento cuando falleció?

Cuando me enteré de su fallecimiento, cambio un poco este pensamiento porque sentí que se cortaron sus alas de crecer en la fe y llegar a lograr algo bueno por nuestra realidad.

-¿Cómo te enteraste de su fallecimiento?

Me entere de su muerte, por la mamá o la hermana que llamo a casa y nos avisó.

-¿Dejó alguna huella en vos? ¿Cuál?

Dejo muchas huellas en mí, emprender lo que queres, que todo se puede lograr si Dios está cerca. Me enseño que desde lo pequeño es posible. Ayudando, aunque sea a los niños ya sea haciendo un cambio para cuando sean más grandes, enseñando no solo la catequesis, sino también a disfrutar la vida de parroquia con juegos o simplemente haciendo patys.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?

Si, considero que fue un santo en la tierra porque fue una luz que me ayudaba cuando flaqueaba o me sentía desganada. Cuando sentía que no se podía lograr el grupo porque no venían y éramos pocos, él estaba para dar una palabra de aliento.

-¿Qué piensas de este proceso que estamos iniciando?

Este proceso pienso que es importante que se pueda reconocer a cada uno de los colaboradores de Cristo en la tierra que han dejado este mundo. Que Dios lo acompaño y nos mostró mediante él, que la vida de parroquia es importante y seguir a Cristo con entrega y euforia es lo mejor que te puede pasar.

-En pocas palabras, ¿que representó o sigue representando Jorge en tu vida?

Jorge represento una vela divertida que nos acompañó a formar grupos, nos ayudó a enseñar con alegría y a no dejarse vencer por las dificultades de los tiempos o darnos una mano.

Era una palabra en el grupo de grandes para buscar a Dios en todo momento. Una música para cambiar todo y un ejemplo de euforia que contagiaba querer a Cristo sin pensar.

ImagenMariana Vanyay

-¿Dónde conociste a Jorge?

En la Acción Católica Argentina. Yo era dirigente nacional del área jóvenes de la institución y él era el presidente parroquial en la Parroquia Santa Catalina de Siena en la Diócesis de Avellaneda (desde el 2001 es Diócesis de Avellaneda Lanús), provincia de Buenos Aires de la Argentina.

-¿Como fue tu relación con él?

Al principio fue una relación de una dirigente adulta y un dirigente muy jovencito que se fue profundizando con el tiempo, cuando lo empecé a conocer mejor por compartir encuentros, retiros y diversas actividades pastorales lo cual me permitió descubrir su potencial, dedicación y compromiso con la institución, con la Iglesia, pero principalmente con las personas que lo rodeaban. Transmitía vida, alegría y se hacía querer

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?

Un ser humano maravilloso. La madurez que tenía siendo tan joven y las responsabilidades que asumía. Su generosidad física y espiritual y su enorme sentido de humanidad. Siempre dispuesto.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?

Se distinguía su inmenso amor y dedicación al prójimo. Siempre dispuesto a ayudar a todos, pero especialmente a los más necesitados y estaba atento a escuchar. La capacidad para la oración, su conocimiento de la Biblia y de los documentos de la Iglesia nos interpelaba a cada momento.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?

Que era un verdadero apóstol de Dios que no solo transmitía la Buena noticia, sino que la hacia carne con su testimonio y entrega. Jesús estaba presente en su vida.

-¿Cambio ese pensamiento cuando falleció?

Lo potenció. Reafirmó lo que ya pensaba de él y lo experimente participando de actividades parroquiales y sociales con quienes formaban parte de la comunidad de la Parroquia Santa Catalina. Desde el más pequeño de la comunidad hasta los más adultos tenían vivencias para compartir de Jorge, de su obra, de su testimonio y del amor que el transmitía.

-¿Como te enteraste de su fallecimiento?

Me lo comunicó por teléfono quien era su novia en ese momento. Fue uno de los momentos más tristes de mi vida porque Jorge había sido asesinado a sangre fría cuando estaba acompañando a su mamá. Las preguntas no encontraban respuestas que ayudaran a calmar el dolor que sus familiares, amigos y seres queridos sentíamos en ese momento por la injusticia de delincuentes que terminaron con su vida.

-¿Dejo alguna huella en vos? ¿Cuál?

Si. Su testimonio en cada acción que llevaba a cabo, que hoy sigue presente principalmente muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de la comunidad en esa época y que hoy ya son hombres y mujeres de bien. Y que aún hoy Jorge sigue presente en sus vidas.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?

Tuvo una vida de santidad y hoy sigue estando presente en cada uno de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo.

-¿Qué pensas de este proceso que estamos iniciando?

Que es el camino para que se conozca su testimonio y la vida de santidad que vivió Jorge Pérez en el corto tiempo que vivió.

-¿Que representó o sigue representando Jorge en tu vida?

Tuve la gracia de conocerlo y compartir parte de mi camino de fe con un verdadero apóstol de Dios.

¡¡Alabado sea Jesucristo!!

ImagenMariana Vepstas

Lo conocí a Jorge en el año 1994 cuando vino a la Acción Católica a la Parroquia Santa Catalina de Siena en Dock Sud, antes había estado en la Parroquia Lujan de Sarandí. Yo era la presidenta de la Acción Católica en la parroquia en ese momento.

Enseguida llegó note su entrega y compromiso con la institución como medio para mostrar su gran amor a Jesús y hacer así un puente para llevarlo a los demás. Se encargó de los más pequeños, los juveniles, con ellos jugaba a la pelota antes de las reuniones no solo para “engancharlos” sino que también a él le gustaba el fútbol. Y luego en las reuniones tenía tanta conexión con ellos que eso era lo que verdaderamente los enganchaba a los nenes, después todos juntos participaban de la eucarística. Su compromiso no terminaba con la misa, los acompañaba hasta sus casas para que no tuvieran que volver solos.

Tuvimos muchas charlas, se notaba su pasión, su amor por Jesús, por la Iglesia, su gran compromiso.

Muchas veces luego de la Misa que era a las 18hs. teníamos nuestras reuniones de consejo para planificar, terminaban tarde y él no vivía cerca de la parroquia así que llegaba tarde a su casa. Me comentó varias veces que al llegar tarde no le dejaban la cena y un poco se enojaba, su hermana no era Católica, profesaba otra religión y a veces se lo hacía difícil. Él me lo contaba con tristeza, pero nunca se quejaba ni renegaba de eso, a veces hasta hacia chistes sobre esa situación. Siempre seguía adelante firme en su Fe. Un gran ejemplo no sólo para sus pares sino hasta para mí que era mayor que él.

Me enteré de su muerte por un llamado, muy triste e injusta para mis pensamientos humanos. Hasta me generó enojo, pero era claro que Dios tenía otros planes, aunque estoy segura hubiera sido un gran hombre de familia, como él anhelaba, Jorge fue llamado porque era necesario para los planes del Padre Celestial. Luego de su partida se acercaron a la Iglesia personas que estaban muy alejadas, hasta miembros de su familia, comprometidos en la Fe hasta el día de hoy.

Lo tuve muy presente a medida que pasaron los años, por lo rápido y violenta que fue su partida me marcó e hice que su muerte no fuera lo que me quede grabado sino su vida. Su vida de entrega, de amor por Cristo, por los niños que tenía a su cargo, por su compromiso, por su gran fe, por su acercamiento a los sacramentos como camino hacia Jesús.

Agradezco poder compartir mis recuerdos de Jorge y espero que estas palabras ayuden a conocerlo, y dejen en ustedes un poco del amor que dejo en todos los que tuvimos la gracia de compartir su corta pero grandiosa vida.

ALABADO SEA JESUCRISTO!!!

Comunidad Sta. Catalina

ImagenGloria Garcia

Tenía un carácter jovial, era muy educado y respetuoso. Siempre con una sonrisa. Se ganó un viaje a Europa, por haber ganado los torneos bonaerenses y el día que me lo contó estaba feliz.

Estudiaba y trabajaba, adoraba a su familia, era un ser de luz, su personalidad resaltaba entre los demás y lo consideraba muy maduro para su edad.

ImagenJulia Aquino

Antes de empezar la Misa siempre cantaba frente al templo como practicando con los chicos, siempre cantaba "Jesús te seguiré dónde me lleves iré, muéstrame el lugar donde vives, quiero quedarme contigo allí hasta el fin" esa canción cuando escucho hasta el día de hoy me recuerda a él porque siempre lo cantaba.

Su perseverancia me llamaba la atención, el compromiso que tenía con los chicos, los incentivaba a que sigan en el grupo y no abandonen la Acción Católica.

ImagenAna Rodriguez

La huella que me dejó, que habíamos perdido a una persona que enseñó, guío, amó a los chicos y jóvenes.

Los sábados después de misa venía con todos los chicos acompañándolos a sus casas, cuando dejaba a los más pequeños, venían con los jóvenes a mi casa. Compartían cena, charlas, música, etc. Hasta la madrugada, luego acompañaba al cada uno del grupo a su casa. Eso me marcó por el resto de mi vida. Eso era JORGE!

A.C.A. Luján y demas Pquias.

ImagenLaura Devita

Recuerdo que estando reunidos en Ntra. Sra. del Carmen en Wilde, la reunión se tornó algo distinta a las demás, y fue porque Jorgito, quien siempre llegaba en su bici, pidió un momentito de la reunión para orar por cada uno de los prejus, la reunión fue muy enriquecedora, muy espiritual, ese día presentó en oración a cada uno de sus prejus, y recuerdo que luego de la reunión se fue a la casa de uno de ellos el cual tenía un problema.

Él decía que ser delegado no era solo los fines de semana, teníamos una responsabilidad con ellos todo el tiempo, lo cual era cierto. Dios nos había confiado esas almas no solo para los fines de semana.

ImagenAndrea Devita

Siempre fue un delegado distinto a otros, hablaba con un amor por sus prejus indescriptibles.

Una noche del año 2002 (me acuerdo del año porque hacía muy poco había fallecido mí abuela), tengo un sueño con Jorge, muy sonriente que solo me repetía "Andrea habla con Nancy", me lo dijo como tres veces.

Ese día no lo dudé y la llamé a Nancy (dirigente de Luján también en los 90) y le conté lo sucedido, y ella me dijo, algo hay que hacer, se está manifestando a muchos. Le dije por qué no vamos haciendo su biografía y hablar con el Obispo, en ese momento, Mons. Frassia, pero fue sólo un hablar.

Después de eso no tuve más noticias de Jorge hasta ahora.

ImagenJulio Cesar Gramajo (toto)

Jorgito, como le decía todo el mundo, siempre andaba con su bici de acá para allá, y algún dato de color de los Beatles, siempre hablando de música y los Beatles.

Obviamente con él no faltaban las charlas profundas sobre la vida, y sobre las cosas que le gustaban, recuerdo que siempre tenía un buen gesto, un abrazo, una palabra de aliento ante algún problema que uno le contaba, y mira que en la adolescencia somos todos, una bola de problemas.

Recuerdo sus ojos claros, con una mirada siempre compasiva y amorosa, propia de los que tienen algo más, que uno no sabe que es, pero son diferentes al resto.

Era una persona feliz, de esas que tienen preocupaciones por supuesto, pero son felices llevando a Cristo, y sé que él era feliz.

Siempre pienso en él como una de esas personas que fue marcando el camino de la santidad para muchos otros, un santo moderno, de esos que no se encuentran lejanos sino en el día a día.

ImagenFabiana Venturino

Hoy luego de tantos años, luego de haber vivido distintos tipos de duelos, incluso de haber vivido el duelo de uno de mis bebés, y de haberme preguntado más de una vez por el sentido de la muerte sin sentido, Dios me hace llegar a través de Jorge el testimonio de su hermano Roberto. Quedé impactada al notar que Roberto se convirtió a partir de la muerte de Jorge. Y entonces entendí. La muerte de Jorge no fue un sin sentido. Si su muerte trajo la bendición de la conversión de su hermano. ¡Bendita muerte que trajo vida! Esa es la mano del Dios alfarero que no trae la muerte pero que de la muerte saca la VIDA. Estoy convencida de la santidad de Jorge. Siempre lo estuve. Jorge era paz, era sonrisa, era unión, era convocatoria, era líder, era ejemplo, era hermano, era un Jesús en la tierra. Y también estoy convencida de que ese Dios alfarero sigue obrando a través de Jorge hoy en día.

ImagenClarisa Venturino

Conocí a Jorge Perez, Jorgito, como lo llamábamos todos, en el año 1994 cuando comencé a militar en el grupo de Juveniles de Acción Católica, en la Parroquia Nuestra Señora de Luján de Sarandí. Creo que todos aquellos que tuvimos la gracia de conocer a Jorgito en vida, coincidimos en que, desde el primer momento de verlo, uno sabía que ese chico no era como cualquier otro: él era especial. Emanaba una dulzura, una santidad, que su sola presencia era testimonio de Cristo. No sé si resultaría relevante, pero en la época de la adolescencia las chicas solíamos “enamorarnos” fácilmente de nuestros dirigentes, como es propio de la edad, pero con él, a pesar de que objetivamente era muy buen mozo, no podíamos ver un muchacho “para noviar” porque era tan santo, y tan de Dios, que lo veíamos como se vería a un sacerdote, o a cualquier persona consagrada plenamente a la vida confesional.

Tenía sólo un año más que yo, pero era mucho más adulto. Adulto en espiritualidad, adulto en testimonio de vida.

Por esos años emigró a la Parroquia Santa Catalina de Siena, en Dock Sud, con la intención de servir allí y promocionar los grupos de Acción Católica. Él quería difundir el amor a Cristo y el servicio en ésta institución tan bella que él tanto amaba. Lo logró: formó un grupo unido, formó dirigentes, formó cristianos comprometidos que conocieron a Cristo por medio de su testimonio.

El día que falleció, a pesar de la tremenda tristeza que nos embargó a causa de su pérdida, todos supimos, desde el primero al último que lo conoció, que Jorge estaba con Dios. Supimos en ese mismo instante, que habíamos perdido físicamente un amigo, pero que habíamos ganado un Santo, para que nos cuide y nos acompañe. Hasta el último momento de su vida, Jorge fue amor, amor para todos los que lo rodeaban, y nadie podía poner en duda su santidad.

Jorgito no es un chico bueno, que falleció en circunstancias desafortunadas. Es un Santo que falleció y en las circunstancias de su muerte venció exitoso en su última prueba, perdonando a sus asesinos. Se fue sin pecado, en total gracia de Dios, en paz, y derramando amor a todos los que lo rodeaban, incluso, a los que lo habían herido. Él no tenía miedo de morir, sabía que lo esperaban los brazos del Padre, de María, y de su hermana Santa Catalina de Siena.

Luego de que falleció le compusimos canciones, poemas, lo nombramos como ejemplo, venía a nosotros su testimonio cuando perdíamos las esperanzas, cuando sentíamos que el apostolado era difícil.

Yo cursé la facultad desde el año 2000 hasta el 2005, y en cada examen, me encomendaba a la Virgen, a San José de Cupertino y a Jorgito. Siento que él me acompañó y me ayudó en cada paso de mi carrera. Cuando fallecieron mis abuelos, en 2003 y 2006, los encomendé a él, para que me los cuide.

Quiero aclarar que nunca fuimos amigos. Él pertenecía a otro grupo. No nos juntábamos, no nos contábamos cosas, no compartimos tiempo. No conocí más de él en vida que la gracia que emanaba, que su luz, que su testimonio. Por eso considero que haberlo tenido tan presente después de su muerte, a pesar de no haber tenido una relación estrecha en vida, logra demostrar la singularidad de Jorge Perez para todos aquellos que lo conocieron.

Perdí otros amigos, jóvenes. Perdí muchas personas que amaba. Perdí amigos cristianos, comprometidos. Perdí gente muy buena y personas que conocí muy bien. Pero sólo puedo decir de Jorge Perez sin lugar a dudas, que él era un verdadero santo, y que aún hoy, es un verdadero santo que nos acompaña, que nos ayuda, que intercede ante Dios por nosotros, y nos da una palmadita cuando la necesitamos.

Dejo en éstas palabras mi humilde testimonio, que no tengo dudas encenderá el corazón del que lo lee. Porque cuando leemos una ficción, aunque sea bonita, sabemos que es una ficción; pero cuando leemos algo real, Dios enciende nuestro corazón y nos muestra, con los ojos del alma, que es real.

ImagenFernando Ramirez

-¿Dónde conociste a Jorge?
En el ámbito parroquial, por amigos/hermanos en común.

-¿Cómo fue tu relación con él?
De fraternidad, por medio de estos amigos en común Jorge se sumó a la "banda" de rock cristiano que teníamos para tocar la guitarra, a partir de ahí hemos compartido en amistad ensayos, mates, pizzas. Armábamos noches de oración en la parroquia Santa Catalina de Siena, en Santísimo Sacramento.

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?
Él era muy gracioso, muy inteligente, manejando la ironía cómicamente. Era un pibe sin doblez, recto en sus creencias, comprometido en su noviazgo (eran una pareja de mucho servicio a los demás) en su servicio parroquial, en la responsabilidad de los que acompañaba.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?
Su rectitud en la vida de fe, era de las primeras personas de "vida parroquial" que yo conocía por fuera del Movimiento (pertenezco desde mi adolescencia al Movimiento de la Palabra de Dios) y me llamaba la atención su servicio y entrega por los chicos de Santa Catalina.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?
Él era un poco mayor que yo, su música hablaba de él, su humor hacía de él un amigo cercano, su noviazgo nos mostraba a Dios como motor y horizonte de vida, su servicio hablaba de su fe.

-¿Cambió ese pensamiento cuando falleció?
No, en el paso del tiempo tengo la certeza que esa entrega y amor por los chicos que acompañaba en Dock Sud dio frutos al verlos permanecer en la fe luego de tantos años.

-¿Cómo te enteraste de su fallecimiento?
Creo que por llamada telefónica de unos de los chicos.

-¿Dejó alguna huella en vos? ¿Cuál?
Recuerdo su velatorio lleno de jóvenes tocando la guitarra por su Paso al encuentro con el Señor a quien tanto amaba, muchos llorando por ese hermano mayor que perdían. Yo tendría 19, 20 años, cambió mi mirada de la muerte, de la despedida, de que un hermano querido se encuentre con su Dios, que era, en fin, lo que tanto quería, a pesar de nuestro dolor. Y él tenía una canción sobre su conversión, sobre el paso de Dios en su vida que aún hoy, cada tanto, resuena en mi corazón.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?
Sí, ver hoy que los chicos a los que él sirvió, hoy adultos siguen en Cristo fruto de su desvelo y entrega pastoral.

-¿Qué piensas de este proceso que estamos iniciando?
Desde que me llegó la noticia, mi corazón está emocionado, con la certeza que sí, que Jorge es "el Santo de la puerta de al lado" y que estuvo muy en medio nuestro. Muchos recuerdos me vienen de aquellos días, de la vida de Cristo en medio nuestro, de las personas que cruzamos en el camino. De lo que Dios obró en todos.

-En pocas palabras, ¿qué representó o sigue representando Jorge en tu vida?
Representó en aquel entonces otra experiencia vívida de la vida de la Iglesia, él en el ACA de Santa Catalina, nosotros en el Movimiento de la Palabra, pero que el Señor nos unía para trabajar juntos por el Reino, experiencia de amor por los jóvenes que Dios encomienda y que hoy, a partir de esta noticia cobra un sentido de trascendencia y de cómo el "Santo de la puerta de al lado", de jean y zapatillas, puede estar en medio nuestro, como dice Francisco.

ImagenNancy Fior(Madrina de confirmación)

Podría decir tantas cosas de Jorgito… por ejemplo, que era un excelente deportista, que nos hizo ganar más de una Olimpiada Diocesana de la Acción Católica de Avellaneda siendo preju de Luján. Que era buenísimo jugando a la pelota y que lo llamaban para todos los picados en el barrio. Que siempre lo imaginé en alguna Olimpiada de verdad.

La primera vez que lo vi, me pareció un poco tímido y un tanto desconfiado. Llegó a la parroquia mirándonos de reojo como “midiéndonos”, mientras como delegadxs de prejus desplegábamos todas “nuestras estrategias” para convencerlo de quedarse en el grupo al que lo habían arrimado sus amigos del colegio.

Cuando empezamos a hablar, descubrimos que lxs dos éramos de Wilde y vivíamos a cuatro cuadras, pero que nos fuimos a encontrar en Sarandí. Que teníamos el barrio y algunos amigos en común y que esa conversación fue la primera de muchas charlas largas que por años compartimos… charlas de todo… horas y horas de charlas en la vereda de mi casa. Porque eran épocas donde no había celular y algunos todavía ni siquiera teníamos teléfono de línea. Y entonces tus amigxs caían y te tocaban el timbre.

Porque nos pasó que nos hicimos amigxs, más allá de ser su delegada y él mi preju. Él hacía eso… caía y tocaba el timbre de casa y me decía “te paso a saludar dos minutos” que terminaban siendo dos horas casi siempre. Y nunca quería pasar a casa, porque eran solo 2 minutos, viste?.

Pasaba en bici, caminando o en la Zanella. Y en invierno también pasaba… y tampoco quería entrar porque… “estoy con la bici y son solo dos minutos”. Y aunque nos muriéramos de frío, igual eran mínimo dos horas de charla. Que para no tener frío en invierno en la Zanella, se ponía muchos diarios adentro de la campera, pero igual pienso que algo de frío tenía.

En verano cuando venía, traía sobre sus hombros a alguno de sus sobrinos, y yo le decía “pasá a casa” y él me decía que son solo 2 minutos, que estoy con mi sobrino. Pero nunca eran dos minutos. Eran horas. Horas de hablar de todo, de sus amigos, de su familia, de sus miedos, de sus preocupaciones, sus contradicciones, de mis contradicciones y de sus enojos. Porque se enojaba, sí… cuando algo no le cerraba, cuando sentía que no había coherencia entre lo que se decía y lo que se hacía. Se enojaba porque sobre todo era exigente con él y con los que más quería. Al punto de que a veces su enojo hacía que se alejara. Y un día me dijo que necesitaba irse a otra parroquia.

Nuestra Señora de Luján en ese entonces era de los Centros de Acción Católica más grandes de la Diócesis de Avellaneda. No les voy a mentir, estábamos bastante orgullosxs de eso y la humildad no era una virtud de la que nos pudiéramos jactar. Y un poco creo que, por eso, decidió irse a Santa Catalina, una parroquia chiquita en la que había mucho mucho por hacer. Un poco para desafiarse y un poco para desafiarnos a nosotrxs. Y la verdad me dolió bastante que me dijera que se iba. Medio que le dije que no fuera tan cabezón. Yo era además la presidenta del centro y pensaba que iba a ser un buen delegado para nosotrxs, pero al final lo entendí. Por supuesto, le dije que me dolía, pero también le dije que sabía que le iba a ir muy bien allá… ¡pero que ni se le ocurriera competir contra Luján en las Olimpiadas!

Y entonces se fue a Santa Catalina, pero eso no hizo que terminaran nuestras charlas. Empezó a participar en los grupos y pronto fue delegado de aspirantes. Y los aspis lo querían mucho y él a ellos también. Los conocía y me contaba cómo eran y cómo estaban. Se notaba que le importaban, siempre se nota cuando eso pasa. Y la verdad, me hacía sentir muy orgullosa.

Un día me dijo que se iba a confirmar y me preguntó si quería ser su madrina. Y por supuesto que quise. ¿Cómo no iba a querer? Me emocioné mucho cuando me eligió para ser su madrina. Nos abrazamos muy fuerte… como lo hacíamos siempre al final de cada charla. Fuerte fuerte, porque nos queríamos muchísimo. Yo lo quería muchísimo. Y sé con certeza que él también me quería, porque Jorge cuando te quería te lo hacía saber. A su manera, pero te lo hacía saber.

Como les dije, era fiel a sus convicciones. Iba a misa casi todos los días y celebraba la eucaristía. Me decía que eso lo hacía sentir muy bien. Y sé que era realmente feliz sintiéndose cerca de Dios, practicando su fe. Eso de ir a misa todos los días, era muy raro para cualquier militante de la Acción Católica incluso en esos días.

Un día me contó que se estaba preguntando si su vocación podría ser convertirse en sacerdote. Pero que también le gustaba mucho la idea de ser profe de geografía. Le dije que quizás podía darse un tiempo mientras hacía el profesorado, que si el sacerdocio era realmente su llamado eso iba a permanecer intacto. Yo creía que lo mejor para él era tomarse un tiempo porque hay que decirlo, Jorgito era un tanto enamoradizo.

Y empezó el profesorado y también se puso de novio, con una chica de la parroquia, hermosa y buena piba como él. Y me explicó que los mapas en realidad no reflejan la forma real de los continentes. Que como la Tierra era redonda y los mapas planos, los países más cercanos a los polos están dibujados como más “anchos”… o eso era lo que entendí. Y me dijo que al amanecer es cuando se dan las temperaturas más bajas durante el día y tantas otras cosas que a él le fascinaban y a mí me fascinaban porque le fascinaban a él.

Porque además Jorgito era muy inteligente y sobre todo apasionado. Porque así era cuando hablaba de las cosas que más le gustaban. Como sentirse cerca de Dios… y como la música. Porque además era músico. Y tenía una banda de rock y blues en la tocaba el bajo y con la que ganaron los Torneos Juveniles Bonaerenses. También tocaba la guitarra en las misas y cantaba con una voz suave y un registro un tanto alto para un varón. Y le encantaban los Beatles. Y cuando se reía, se reía fuerte, ¡muy fuerte!

La noticia de su muerte fue una de las cosas más difíciles de mi vida. Inexplicable, sin sentido. De esas noticias que te acordás dónde estabas, qué hacías… Y desde ese momento lo extraño tanto.

Celebro haberlo conocido, celebro que haya sido mi amigo. Jorge no predicaba el amor por sus amigos… lo practicaba, lo celebraba y lo reclamaba.

Y sé que a muchos nos hizo sentir así de especiales, porque en realidad él era especial. Lo sé porque cada persona que lo conoció dice que lo era. Haber podido ser parte de su vida, es uno de mis más grandes privilegios.

Cuando me pidieron que diera testimonio sobre él, estuve pensando mucho en qué contar. Me costó mucho debo confesar. Finalmente creo que lo mejor que puedo decir, lo más importante para mí, es que fue MI AMIGO, el que me enseñó que una charla entre dos que se quieren nunca dura dos minutos y que el regalo de SU VIDA EN LA MÍA es el más grande milagro.

ImagenLorena Perez Alvarez

Desde que me pidieron que escribiera mí testimonio sobre Jorge, estoy pensando que contar de él.

Conocí a Jorge en Acción Católica, él militante de Santa Catalina de Siena, en el barrio de Dock Sud, y yo militaba en San Antonio de Padua, en el barrio de Gerli, Parroquias que pertenecían en aquel momento a la Diócesis de Avellaneda, hoy Diócesis de Avellaneda - Lanús.

No pertenecíamos a la misma parroquia, pero si compartimos reuniones diocesanas, algunas parroquiales, eventos y salidas en grupo.

Siempre me llamó la atención su paz, la tranquilidad con la que vivía su vida cotidiana. Jorge fue un chico con una espiritualidad que me consta que fue única. Se enriquecía de la oración y la entrega al prójimo.

Tenía una cierta timidez, quizás por qué era reservado, pero con un gran corazón. Le gustaba tocar la guitarra y jugar al fútbol.

Tenía una forma de mirar que llegaba a los que lo rodeaban, una mirada transparente, podías ver su corazón por medio de ella.

Lo recuerdo viéndolo llegar en bicicleta con su guitarra, siempre contento, siempre ayudando a quien lo necesitaba.

Era muy tranquilo, emanaba paz.

No fuimos amigos, fuimos conocidos, pero no hizo falta una amistad profunda para saber qué clase de persona era, se notaba en cuanto lo mirabas a los ojos.

Siempre creí que era un chico especial.

Cuando me enteré de su muerte, sentí un gran dolor en mí corazón.

Pensaba en lo injusta que había sido la vida con él, de cuánto todavía le quedaba por hacer, por qué Dios se lo llevaba tan pronto.

El único consuelo en ese momento fue saber con una certeza inexplicable que Jorgito estaba gozando del Paraíso en los brazos de Dios, ese Dios que amo profundamente y al cual le dedicó su corta vida.

En las reuniones de A.C.A. rezábamos por su alma, quizás también para poder entender un poco lo que había pasado.

Su misión había sido cumplida en la tierra, sin duda.

Su alma, a pesar del tiempo que hace de su fallecimiento sigue ahí, vigente, guiándonos y cuidándonos.

Su vida fue y es testimonio de Amor y Fe.

Deseo de todo corazón que este proceso traiga paz y alegría, para su familia y para todos los que lo conocimos.

ImagenAriel Rodriguez

-¿Dónde conociste a Jorge?
Conocí a Jorge en la Parroquia Lujan de Sarandí donde participamos durante los 90 en los grupos de Acción Católica.

-¿Cómo fue tu relación con él?
Mi relación con Jorge fue muy cercana ya que teníamos una amiga en común llamada Nancy Fior y por ende compartíamos algunos momentos fuera de la vida parroquial.

-¿Hay algo que recuerdes particularmente de su personalidad?
Si, claramente recuerdo sus ganas de aprender y de formarse, en definitiva, como decimos en las barriadas de Argentina, tenía ganas de salir adelante. En los 90 milite y forme parte activamente de la conducción de los grupos de Acción Católica de la parroquia y recuerdo que Jorge siempre me consultaba cosas referidas a la organización de la Acción Católica. Respecto a su personalidad recuerdo siempre sus ganas de sociabilizar con los demás en cuanta actividad podía.

-¿Había algo que te llamaba la atención en él?
Si, me llamaba mucho la atención su calidez para el trato con los demás. Siempre estaba de buen humor y con las mejores intenciones.

-¿Qué pensabas de él antes de su muerte?
En la década de los 90 en casi todas las parroquias de Avellaneda los grupos de Acción Católica eran muy nutridos. Particularmente Lujan de Sarandí era unos de los centros con mayor cantidad de militantes. En esa época el tema recurrente era como animarse a salir de la comodidad de cada parroquia para iniciar un apostolado y dar vida a un nuevo grupo de Acción Católica en otra comunidad, era como nuestra idea de cabecera en la formación… ser levadura en la masa, pero pocos lo lograron. Recuerdo que Jorge siempre me hacía consultas sobre este tema… Me decía, negrito qué opinas de ir a otra parroquia a iniciar un nuevo centro… yo en aquel tiempo era parte de la comisión directiva y siempre lo animaba para que lo hiciera… tiempo después dejo Lujan de Sarandí y se aventuró en Santa Catalina de Siena donde se dedicó a sembrar para luego cosechar algunos de sus frutos.

-¿Cambio ese pensamiento cuando falleció?
Mi pensamiento sobre Jorge nunca cambio, siempre me di cuenta que él había entendido realmente el mensaje que intentábamos enseñar y hacer propio, será apóstoles y realizar un camino de santidad día a día.

-¿Cómo te enteraste que falleció?
Fue el mismo día de su fallecimiento, no recuerdo bien la circunstancia, pero creo que me aviso nuestra amiga en común Nancy Fior. Recuerdo claramente que concurrí con mi papá a la misa que le realizaron en Santa Catalina de Siena de Dock Sud para despedir sus restos.

-¿Dejo alguna huella en vos? ¿Cual?
Siempre admire las ganas que tenia de compartir con los demás, desde una charla, una reunión, un partido de futbol entre amigos, aprovecho para contar que le encantaba jugar al futbol y era un gran jugador. Pero lo más relevante que me dejo como ya comenté anteriormente fue que a mi parecer entendió realmente el mensaje de ser apóstol y hacer un camino hacia la santidad.

-¿Crees que, según lo que conociste de él, tuvo una vida de santidad?
Claramente si, en lo cotidiano expresaba santidad. Siempre percibí que daba lo mejor, en la parroquia como militante, como dirigente, como estudiante, como deportista y como amigo.

-¿Qué opinas de este proceso que estamos iniciando?
Cuando Lucas me lo comento me alegré mucho, de alguna manera desde su partida de la vida terrenal tuve la sensación de que había compartido parte de mi vida con un Santo, creo que Jorge tenía un alma fuera de serie… a mi entender, insisto, entendió perfectamente el mensaje de apostolado y santidad ya que lo practicaba naturalmente.

-En pocas palabras, ¿Qué represento o sigue representando Jorge en tu vida?
Sinceramente no me había puesto a pensar antes del llamado de Lucas que represento o representa Jorge en mi vida. Pero si puedo compartir hoy a la distancia y ya casi con 50 años, es que si la mayoría de las personas que participábamos en ese momento en los grupos de Acción Católica hubiéramos entendido el diez por ciento de lo que Jorge había entendido y practicaba seguramente hoy en algún punto nuestra sociedad sería mucho más justa y no tan individualista.

Prov. San Juan

ImagenFabian Barrionuevo

Era muy simpático, alegre, amigable y muy distinto a nosotros, ya que hacía cosas que nosotros con la misma edad no nos animábamos a hacer como por ejemplo subir al techo a bajar la pelota u organizar juegos espontáneamente.

El tiempo que estuvo con nosotros demostró ser un gran ser humano, creyente, aplicando con el ejemplo lo que hacía y pesaba sobre la vida de un buen cristiano, sobre todo con la corta edad que teníamos.

Hoy me sorprende enormemente que su imagen y recuerdos vengan a mi mente y se instalen en mi corazón como en aquel momento. Creo que siempre permanecerá en nuestros recuerdos con mucho cariño y respeto.

ImagenMarcelo Artaza

Hablar de gringo era hablar de una persona especial!!! Gringo de cariño porque todos le pusimos así de apodo.

Hablar con él transmitía una paz algo inexplicable. Cada charla era un consejo, una experiencia, era como hablar con una persona longeva.

El transmitía, en cada palabra, un hecho, un ejemplo, una manera y forma de vivir!!! Siempre acompañado de su guitarra, su sonrisa, su carisma lo acompañaron en su corto paso por este mundo. Fue un ser especial que dejó mucho en mi persona.

En lo personal no es mucho en estas líneas, pero ese loco que le encantaba la guitarra y el rock transmitía esa paz que nadie a su edad lo podía transmitir.

Él era una excelente persona que nos dejó pronto y saber que hoy piden a las personas que tuvimos el agrado de conocerlo contar como fue él en este mundo, no me extraña porque tenía esa aura especial, esa paz, esa sabiduría y la madurez que muy pocos tienen.

El gringo tenía un destello, era un excelente pibe y se merece mucho.